Yo siempre te entendí y vos también a mí, fuiste la familia que elegí.
Siempre tan compinches, nos defendíamos y que para amigos siempre fuiste un amigo de verdad.
Entre risas tentadoras, siempre valoraba tu opinión. Entre tanto código y
tanta compresión, ya no entiendo como se llego a esta situación.
El puñal que usamos para sellar con nuestra sangre eterna
amistad, es el mismo que en mi espalda me clavas. Amigos de
verdad ¿En quién poder confiar? Parece que no
quedan más. ¿A donde fueron a parar tus palabras de lealtad?