¿Qué me estaba sucediendo? Estaba loca. Eran sus ojos, su sonrisa. Era él. No lo podía tolerar. Temía de alguna forma que él no existiese, temía que se fuera. Ahora, es el protagonista de mis sueños. El que, de forma gravitatoria, rodeaba mi mente. Me había quedado ciega por su mirada que me descolocaba cada vez que me observaba con gran entusiasmo. Me simpatizaba y mucho. Creía que, era la perfección personificada. No tenía palabras para describirlo: alguien indescriptible. Era simple y perfectamente él, el dueño de mis sueños.