Sería como un pequeño lugar de egocentrismo en el edificio "Yo" de la calle "Siempre".Un sitio donde jugar a quererme sea una ley y esté obligada a no llorar. Donde mis sueños se hagan realidad solo con cerrar los ojos. Un santuario. Un lugar pequeño y seguro en un mundo de egoísmo. Como un oásis en un cálido desierto; como un beso entre mis lágrimas. Un reducto de paz donde podría parar a pensar en como ser mas felíz. Donde el dolor no existiera. Donde las lágrimas se negaran a salir por miedo a molestar. Un pequeño rincón de amor propio.

12.11.11

Momento de tirar la posta. Melania, take it easy.

 A veces es más fuerte que uno y se hace imposible el no mendigar cariño a extraños. Todos tenemos ese momento en el que necesitamos que alguien juegue a que nos quiere. Que lo actué por un rato al menos. Porque estar soltero apesta y todos lo sabemos. Algunos lo sabrán ocultar mejor que otros, pero todos tenemos esa misma sensación al volver a casa. Ese vacío que no se llena con la droga de moda ni con ese fernet bien cargado que le pedís al chico de la barra. Por un segundo creemos que se puede llenar con esa persona que en la mañana siguiente vamos a evitar mirar directo a los ojos para hacer menos costoso el mentir diciendo “después hablamos”, pero no.
El vacío sigue ahí porque a la noche la soledad desespera y Gustavo Cordera tiene mucha razón en eso. 

 Una persona descontrolada siendo el centro de la fiesta es solamente eso: una persona. No importa a cuantos estes entreteniendo, no deja de ser una persona sola. Y ese momento, en el que todos se van y “el alma de la fiesta” descubre que el show terminó, arranca la desesperación.